La borrasca Celia está creando escenas insólitas en España. Amplias zonas del país se están viendo estos días cubiertas por un manto de arena procedente del Sáhara. Es la densa calima que arrastra, a través del aire, grandes cantidades de partículas del desierto en suspensión.
Donde más evidente se hace la acumulación de polvo y barro es sobre los coches aparcados en la calle. Más allá de ser una escena inusual, esto puede llegar a causar problemas serios en los vehículos.
La gran cantidad de polvo perjudica la mecánica de los vehículos. Sobre todo cuando se precipita mezclada con la lluvia y da lugar a una tormenta de barro. En este artículo te explicamos cómo proteger tu coche de los efectos perniciosos de la calima.
El filtro del aire
El filtro de aire es un componente de naturaleza porosa cuya función es filtrar el aire necesario para la combustión, reteniendo cualquier partícula sólida para evitar que penetre en el circuito de alimentación del motor.
Aunque la borrasca Celia es un acontecimiento puntual y por sí misma difícilmente llegará a cegar el filtro de aire de tu coche, no está de más que compruebes su estado si hace tiempo que no lo renuevas o sueles circular por pistas de tierra sin asfaltar. Un recambio del filtro del aire es una operación económica pero esencial para el buen funcionamiento del vehículo. Si está muy sucio o roto puede provocar un aumento significativo del consumo de combustible y llegar a producir averías graves.
Si estás al día de las revisiones periódicas de tu coche, lo más probable es que tu mecánico haya comprobado el estado del filtro del aire, que suele ser sustituido a los 20.000 kilómetros o cada dos años. Si todavía no acumula mucha suciedad, a veces es posible alargar su vida limpiándolo con una aspiradora y una pistola de aire comprimido.
El filtro del habitáculo
También conocido como filtro de polen, garantiza la calidad del aire en el interior del habitáculo, evitando que el aire de ventilación arrastre pequeñas partículas que puedan afectar la salud de los ocupantes. Asegúrate también de que se encuentra en buen estado y su funcionamiento es correcto. Si la calima lo ensucia, lo notarás sobre todo cuando llegue el calor y vuelvas a utilizar el aire acondicionado.
Las lunas
La pérdida de visibilidad es la principal causa de accidente, el riesgo de sufrir uno es un 70% superior cuando llueve. Todavía más si llueve barro, como estamos viendo estos días. Así pues, en estas circunstancias es de vital importancia mantener las lunas en perfectas condiciones antes de arrancar.
Para no correr el riesgo de rayar los cristales con las escobillas, si tu coche está cubierto de arena y polvo es importante que viertas abundante agua sobre las lunas antes de arrancar el coche y accionar los limpiaparabrisas.
La carrocería
Limpiar la carrocería no es tan urgente, pero también es esencial para evitar su deterioro. Lo ideal es que no dejes que se forme barro y, si este ya ha aparecido, no des tiempo a que se seque.
Para evitar que la limpieza acabe arañando la carrocería, lo primero que debes hacer es lubricar la superficie con agua, cera en spray o jabón, especialmente si vas a llevar el coche a un túnel de lavado automático. De esta manera ablandarás los restos y eliminarás una primera parte de las partículas. En la limpieza utiliza agua tibia, que facilitará la retirada del barro.
No olvides las partes bajas del vehículo y el tubo de escape, que con la suciedad podrían oxidarse.
El interior
Si el polvo ha llegado también al interior del habitáculo, en este caso es mejor dejar que el barro se seque antes de intentar retirarlo, ya que el fango húmedo se extiende muy fácilmente por la tapicería. Una vez seco, es más fácil raspar cuidadosamente las superficies, por ejemplo con una espátula, y retirar a continuación los restos con una aspiradora.