Durante los meses estivales, el interior de un vehículo expuesto al sol puede convertirse en un ambiente hostil que supera los 60ºC de temperatura ambiente, llegando incluso a los 85ºC en determinadas superficies. Sin embargo, los efectos de la radiación solar en los automóviles trascienden la mera incomodidad térmica, afectando a múltiples aspectos relacionados con la seguridad, la salud y el mantenimiento del vehículo.
El origen del problema térmico
Aproximadamente el 60% del calor que se acumula en el habitáculo procede de los cristales del vehículo, especialmente del parabrisas, que presenta una amplia superficie expuesta en un ángulo prácticamente perpendicular a los rayos solares. La radiación infrarroja, que representa más del 50% de la energía solar, penetra a través de los cristales y calienta las superficies interiores.
Este fenómeno se ve amplificado por el efecto invernadero que se genera en el habitáculo: los cristales permiten el paso de la energía solar, pero dificultan su escape posterior. La luz visible, que constituye aproximadamente el 43% de la energía solar, también contribuye al calentamiento al ser absorbida por las superficies oscuras del interior.
Soluciones tecnológicas para la eficiencia
La industria de la cristalería automotriz ha desarrollado parabrisas y ventanillas laminadas que incorporan capas internas capaces de reflejar hasta el 99% de los rayos infrarrojos, manteniendo una transmisión de luz superior al 70%. Esta tecnología permite reducir significativamente la temperatura interior y, por tanto, disminuir el tiempo y la energía necesarios para alcanzar una temperatura confortable.
El impacto en el consumo energético es considerable: el uso del aire acondicionado incrementa el consumo un 4,6% en vehículos diésel, un 3,8% en gasolina y un 6,1% en híbridos, según estudios especializados. Los vehículos de colores claros también presentan ventajas, ya que pueden absorber solo el 35% de la energía solar, frente al 90% que absorben los de tonalidades oscuras.
Implicaciones para la salud
La exposición a los rayos UV en el interior del vehículo constituye un aspecto frecuentemente subestimado. En la mayoría de los automóviles, únicamente el parabrisas ofrece protección frente a la radiación ultravioleta, mientras que las ventanillas laterales carecen de esta protección.
Los estudios han documentado daños asimétricos en la piel de conductores habituales, especialmente en el brazo izquierdo y el lado izquierdo del rostro. La exposición a rayos UV es acumulativa y está asociada al 90% de los casos de cáncer de piel, lo que convierte esta cuestión en un tema de salud pública relevante.
Las ventanillas laterales traseras pueden equiparse con laminados especiales que bloquean el 99% de los rayos UV, una medida especialmente importante para proteger a los ocupantes más jóvenes, que resultan más sensibles a la exposición solar.
Daños en componentes del vehículo
El calor y la radiación solar también afectan a diversos elementos del automóvil. Las roturas de parabrisas aumentan considerablemente durante el verano debido a las tensiones generadas por las diferencias térmicas extremas. Un pequeño impacto que en condiciones normales sería fácilmente reparable puede convertirse rápidamente en una rotura irreparable.
Otros componentes vulnerables incluyen la pintura, las escobillas limpiaparabrisas, las juntas de goma de la carrocería y los materiales adhesivos. En el interior, se produce un envejecimiento prematuro de materiales y tapizados, mientras que, desde el punto de vista mecánico, resultan especialmente afectados la batería, los componentes electrónicos y los manguitos de goma.
Un problema de emisiones adicional
A temperaturas elevadas, los automóviles liberan compuestos orgánicos volátiles tanto hacia el interior del habitáculo como hacia el exterior, procedentes de diversos materiales como plásticos, pinturas, adhesivos y sellantes. Este fenómeno añade una dimensión medioambiental al problema del calentamiento vehicular.
La protección adecuada frente a los efectos solares no solo mejora el confort y la seguridad, sino que contribuye a la sostenibilidad y al mantenimiento óptimo del vehículo.
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