Mercedes Renntransporter, el camión más rápido de la F1

Cuando los coches de carreras aún eran proyectos artesanales diseñados y fabricados por reducidos equipos de ingenieros y visionarios, Mercedes-Benz dio con la solución perfecta para resolver uno de los males endémicos de la época: la imposibilidad de reparar los problemas graves de los vehículos durante los fines de semana de carreras.

Hasta aquel momento, y también durante las siguientes décadas, cuando los bólidos de competición sufrían aparatosos accidentes o los mecánicos comprobaban que se había producido una severa avería para la que no tenían recambios, al equipo no le quedaba más remedio que recoger sus enseres y poner rumbo a casa.

Y como en los años 50, la batalla entre marcas estaba en pleno auge y Mercedes-Benz había hecho un descomunal esfuerzo económico para hacer de sus flechas de plata los automóviles dominadores del momento, decidieron desarrollar un vehículo que fuera capaz de transportar los coches a la fábrica de Stuttgart, para allí ser reparados y… ¡volver a estar presentes al día siguiente en la competición!

El Mercedes Renntransporter fue el resultado de esta idea. Un camión apasionante, de proporciones y formas totalmente rompedoras, equipado con un motor de deportivo y perfectamente adaptado para ser capaz de alcanzar (con carga) los 170 km/h.

También apodado como la Blue Wonder (maravilla azul), el Renntransporter fue fabricado en 1955 y a lo largo de varios años, transportó los modelos más icónicos de su tiempo, tales como el Mercedes-Benz 300 SLR de Stirling Moss, ganador del World Sportscar Championship, y el Mercedes-Benz W196 de Formula 1, monoplaza con el que Juan Manuel Fangio se hizo con el título mundial en 1954 y 1955.

Muchas cosas hacían especial a esta sola unidad fabricada del Renntransporter. Para empezar, el chasis empleado para su realización no partía de camiones o furgonetas de la marca alemana, si no que se usó un chasis de Mercedes 300 debidamente reforzado y alargado hasta alcanzar los 6,75 metros de longitud. Por su parte, la carrocería fue creada artesanalmente con la clara intención de que el modelo no tuviera semejanzas con los automóviles de producción, y a su vez, que la aerodinámica le permitiera transportar los vehículos a toda velocidad y sin riesgo.

Lo que sí tomó prestado el Renntransporter, y con mucho acierto, fue un interior basado en el Mercedes 180, con un tartán azul, rojo y blanco y un salpicadero limpio y de líneas redondeadas. Su concepción fue increíblemente novedosa en aquel momento, pues la posición de conducción estaba muy por delante del eje delantero, en busca del equilibrio de pesos ideal cuando el vehículo tuviera que cargar con los coches de carreras.

Por último, el motor elegido para el modelo fue nada menos que el propulsor de seis cilindros en línea, inyección directa y aproximadamente 190 CV que equipaba el 300 SL. Tracción trasera, caja de cambios de 4 marchas y unas ruedas de menos pulgadas que los coches de competición completaban lo que era un automóvil deportivo de la época vestido de camión.

La Blue Wonder surcó las carreteras europeas durante algunos años antes de ser enviada a los Estados Unidos para colaborar en la promoción de la marca alemana. Años después fue usado de “mula” para el desarrollo de algunas tecnologías de la marca, y acabó siendo desguazado a finales de los años 60.

No sería hasta finales de los 90 que el departamento de vehículos clásicos de Mercedes-Benz recibió la orden para recuperar los planos y fotografías originales del Renntransporter y rendirle un merecido tributo. Actualmente esta unidad se puede ver en el museo de la marca en Stuttgart, acogiendo una vez más sobre su plataforma a un 300 SLR.

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